domingo, 19 de octubre de 2008

EL DILEMA DEL MUNDO DEMOCRÁTICO

A partir del fabuloso análisis de Huntington sobre la política internacional de la década de 1990, se impregnó en la mente de muchos intelectuales y analistas internacionales la idea de que Rusia es la aliada fundamental de Occidente. Y esta idea resultó de una mala interpretación del texto de Huntington, el famoso Choque de civilizaciones.
Huntington habló de la importancia del sentido de pertenencia cultural, lo que generó la idea de que Occidente y Rusia serían más compatibles entre sí a la hora de integrarse que, por ejemplo, Occidente y China, la otra gran potencia regional. Rusia es blanca y cristiana, mientras que China oriental y budista-confuciana.
Sin embargo, al mismo tiempo, Huntington separaba a Rusia de la civilización occidental, y no sólo eso, sino que además aclaraba que no cumplía con ninguno de los tres requisitos para integrarse a Occidente (aceptación por parte de Occidente, anhelo de sus dirigentes y deseo de su población).
Por otra parte, Huntington también habló de la posible alianza árabe-confuciana. Y esto generó la idea de que China sería una gran amenaza para la hegemonía de Occidente. En este punto, o bien Huntington se equivoca acerca de la idiosincrasia china, o bien su advertencia lleva implícita la idea de que la alianza fundamental de Occidente debe ser con el gigante asiático.
Estas ideas llevaron a muchos a criticar el accionar de EEUU ante el conflicto entre Georgia y Rusia. Unos criticaron su descuido estratégico, que posibilitó que se llegara a dicha situación, mientras que otros criticaron lisa y llanamente la supuesta reacción antirrusa de Washington.Personalmente, creo que la verdad se encuentra más entre los primeros, ya que, si bien es cierto que hay que ser cuidadosos con Rusia debido a su importancia regional, también es cierto que ello no tiene por qué significar ser condescendientes con un imperio autoritario que no evidencia signos claros de querer democratizarse.
Otra de las críticas que sufrieron los EEUU en ocasión del reciente conflicto de Georgia fue que tendrían que haber previsto el efecto contraproducente de haber alentado la independencia de Kosovo, hecho del cual se habrían agarrado los rusos para justificar su accionar con respecto a Osetia del Sur.
Es cierto que deben tenerse criterios estables y que no puede alentarse la integridad nacional por allá y la autodeterminación de los pueblos por aquí... A pesar de ello, es fundamental considerar que los gobiernos autoritarios no van a amoldarse a ningún tipo de derecho internacional si ni siquiera generaron en su interior las instituciones necesarias para hacer prevalecer el derecho por sobre la voluntad de los gobernantes, y eso significaría una desventaja para las naciones democráticas que adopten algún criterio, al tiempo que en algunos casos se podría llegar a condenar a grandes territorios al autoritarismo y a la mediocridad…
Creo que, si bien sería bueno a los efectos mediáticos establecer un criterio al respecto, no tiene que ser quizás tan rígido y debe contemplar posibles excepciones para casos extremos. Es todo un interrogante si el apoyo de Occidente a Kosovo alentó el apoyo de Rusia a Osetia del Sur, porque como todos sabemos, Rusia no defiende la autodeterminación, por ejemplo, en el caso de los chechenos...
La integridad nacional debe prevalecer y ser reclamada en los casos dudosos, ya que ayuda a la maduración conjunta y la cohesión de la humanidad, así como a la estabilidad, pero cuando no quede ninguna duda de que lo que está en juego es la democracia misma, debe analizarse cuál de las opciones disponibles la favorece en el corto y largo plazo, teniendo en cuenta si es posible una solución intermedia más cercana a la autonomía que a la lisa y llana separación. El criterio principal, más que la autodeterminación o la integridad nacional, debe ser la democracia, o en su defecto la autonomía.Sin embargo, la crítica a los EEUU basada en el argumento de que la promoción de la autodeterminación puede generar efectos adversos es muy razonable y requiere ser tenida en cuenta. La que no me parece adecuada es aquella que se basa pura y exclusivamente en la idea de que Rusia debe ser el aliado natural de Occidente.
En este punto es procedente una corrección a la terminología usada por Huntington. Lo que hace a una civilización no es la cultura superficial, las formas y los colores que puede tomar la misma, sino en todo caso la intensidad de sus valores democráticos.
Esto es así porque la desconcentración del poder es lo que favorece la paz y hace prevalecer los intereses legítimos por sobre los ilegítimos dentro de una sociedad. Por lo tanto, el grado de democracia es lo que hace a la compatibilidad entre las sociedades, y no necesariamente su origen cultural común o su participación en ciertas formas culturales superficiales comunes, como la adhesión a determinados íconos o rituales.
La ampliación territorial del sentido de pertenencia que Huntington señala es claramente un tramo dentro del proceso de interculturación de alcance mundial que ha comenzado luego de la aparición de las tecnologías de la comunicación y la información propias de la globalización.
Es natural que la interculturación sea más fácil entre países con una base histórica y cultural común, pero ello no quita que, a la larga, dicho proceso alcanzará a la totalidad de la humanidad.En un principio, puede ser que la forma que, como consecuencia de la historia, ha adoptado una cultura, sea más importante que su contenido, pero no me queda duda alguna de que a la larga será al revés. Y por contenido de una cultura entiendo el grado de adaptación de la misma a los valores democráticos y al desarrollo.
No es cierto que existan culturas incompatibles con la democracia, sino que simplemente, dadas ciertas circunstancias en un momento dado, algunas culturas logran ser vaciadas de contenido, en el sentido en que desde las jerarquías dominantes se favorecen la servidumbre y la ignorancia para mantener el poder concentrado. El mejor ejemplo de esto son las graves diferencias existentes entre Turquía y el resto del mundo musulmán, o entre Corea del Norte y Corea del Sur.
Si queremos ver el grado de compatibilidad en perspectiva histórica entre dos países, debemos analizar primero su grado de democracia, y luego, en su caso, su aptitud y capacidad para democratizarse. Y es en este punto en el que pareciera ser China, y no Rusia, el aliado natural de lo que Huntington denomina “Occidente”.A su vez, si en vez de hablar de “Occidente” habláramos sencillamente de “democracia”, “mundo democrático” o “civilización democrática”, teniendo en cuenta lo anteriormente dicho sobre la importancia de la desconcentración del poder como factor de compatibilidad entre las sociedades, sería más fácil darnos cuenta de que Rusia pareciera estar más lejos del mundo democrático que China, a pesar de su población blanca y cristiana.
Las razones profundas de esta relativa compatibilidad de China con el mundo democrático son: 1) Su vertiginoso desarrollo y la consecuente perspectiva de su inevitable democratización en un futuro no tan lejano. 2) Su interdependencia e interconexión con el mundo democrático y fundamentalmente con los EEUU. 3) La existencia de regiones separatistas y ciudadanos económicamente independientes en su interior que la hacen en perspectiva menos estable y menos propensa al imperialismo que Rusia. 4) El incentivo existente para un fortalecimiento de su alianza con los EEUU como consecuencia de la cada vez más real amenaza que significa para China el terrorismo islámico. Y 5) La laboriosidad oriental, así como el confusionismo y su espíritu pragmático y pacifista, que hacen del pueblo chino culturalmente susceptible, a mi modo de ver las cosas, de una adaptación y asimilación más rápida a la democracia que la que puedan llegar a tener los rusos, que por más de ser blancos y cristianos, mantienen muchas costumbres y una organización eclesiástica jerárquica y ritualista más propias de la Edad Media que del siglo XXI.
No creo que pueda hablarse hoy en día de una continuación de la Guerra Fría, ya que la capacidad de Rusia es ahora regional, y lo que caracterizó a la Guerra Fría fue claramente el alcance mundial de dicha disputa.Sin embargo, en términos regionales, Rusia no es muy distinta que la URSS, ya que la única transformación que le produjo la caída del Muro de Berlín fue la suplantación del comunismo por un nacionalismo que, en gran medida, sirve para encubrir el hecho de que muchos miembros de la burocracia soviética son los que hoy en día mantienen un control estrecho sobre las instituciones formalmente democráticas de dicha sociedad.Por otra parte, la teoría de que la prioridad del mundo democrático debe ser el mantenimiento de buenas relaciones con Rusia, se fundamenta en la creencia de que China es la gran amenaza y el enemigo natural del mismo. Y pienso que permitir la ampliación de la esfera de influencia rusa y por lo tanto de su vocación y orgullo imperial, y al mismo tiempo encarar las relaciones con China desde una perspectiva de enemistad y antagonismo, podría implicar promover involuntariamente una alianza entre Rusia y China en contra del mundo democrático, lo que entorpecería la democratización de Europa Oriental y por lo tanto del resto del mundo.
Fue Mackinder quien elaboró la teoría del corazón continental, por la cual Asia Central es la región pivote del Mundo, inaccesible a las potencias marítimas y rodeada por un cinturón interior, en Europa y en Asia continentales, y un cinturón exterior, formado por el resto de las islas y los continentes.
En 1919, definió a Asia Central como el corazón continental y afirmó que Europa Oriental es la llave del corazón continental. Según su teoría, “quién gobierne la Europa oriental dominará el corazón continental; quién domine el corazón continental dominará la isla mundial (Eurasia y África); quién domine la isla mundial dominará el mundo”.Mackinder creía imprescindible impedir una alianza entre Alemania y Rusia, porque ambas potencias podrían dominar el pivote continental, lo que llevó a la idea de crear Estados tapón que separaran a Alemania y Rusia.
La cuestión a tener en cuenta hoy en día es que el mundo democrático está en condiciones de adueñarse de Europa Oriental (de hecho prácticamente ya lo ha hecho e incluso va en camino de Ucrania), lo que lo colocaría en condiciones de dominar prácticamente todo el cinturón interior del corazón continental si se alcanzara la democratización de China. Y ésta es una oportunidad que no se puede dejar pasar.
Debe tenderse hacia la construcción de un cinturón democrático, cuidadosa y diplomáticamente confeccionado, pero firme y perseverantemente consolidado y estimulado, que a largo plazo abarque todo el espectro territorial que Mackinder identificó como el cinturón interior de Asia Central.Esa sería la mejor forma de contener y a la larga democratizar a Rusia. Luego, el mundo democrático podrá contar con las fuerzas necesarias para dedicarse a democratizar uno por uno los reductos del totalitarismo que hayan quedado, probablemente el último de los cuales existirá en el continente africano.
De la eficiencia con que se logre expandir la democracia por el cinturón interior del corazón continental, dependerá en gran medida el futuro del mundo democrático y la vida de millones de personas.
Este cinturón democrático debe construirse según un orden de prioridades basado en las aptitudes y perspectivas democráticas de las sociedades en cuestión. A veces será necesaria una guerra de contención, otras un apoyo económico y cultural decidido hacia una sociedad en franca transición hacia la democracia, como lo puede ser el caso de China si se lo encara adecuadamente.
Por otra parte, el denominado cinturón exterior de Asia Central (América, África y Oceanía) debe ser tenido en cuenta, ya que, si bien debe dársele prioridad al cinturón interior, no debe subestimarse la importancia de este cinturón exterior como colchón democrático a la hora de brindarles fortaleza y energía a las sociedades democráticas del cinturón interior, aquellas que se encontrarán, de alguna manera, en la trinchera.
Son de vital importancia en este sentido Brasil y África, especialmente África del Norte, si bien a simple vista la maduración democrática de África del Norte pareciera requerir aún de una gran cantidad de tiempo histórico, lo que lleva a pensar que, para facilitar la democratización del cinturón interior del corazón continental, los Estados tapón de hoy en día deberían estar entre dicho cinturón y África del Norte.
En este sentido, puede ser fundamental el desarrollo, la estabilización y la integración de países como Egipto, Israel, Jordania, Libia, Sudán, pero fundamentalmente de Arabia Saudita, país sobre el cual se deberá pensar a largo plazo, promoviendo su lenta y paulatina democratización, tanto desde el punto de vista político como cultural y económico, alentando y negociando reformas e intensificación de las relaciones con el mundo dentro de cada uno de dichos ámbitos.
Conclusiones: 1) Dejar una serie de Estados tapón entre Rusia y Europa implicaría regalarle territorio a Rusia y desaprovechar la oportunidad que se le da a las democracias del mundo de expandir su sistema de libertad, paz y justicia por el conjunto del cinturón interior de Asia Central. 2) El corralón democrático puede y debe a mediano o largo plazo incluir a China, que por distintas razones es, a mi modo de ver, más susceptible de democratizar que Rusia, lo que hace que sea la aliada natural del mundo democrático. 3) Rusia, como bien lo señaló Kennan en su famoso "informe largo", tiene un histórico espíritu imperial, pero al mismo tiempo una clara flexibilidad y capacidad de adaptación, lo que hace que sepa amoldarse a las circunstancias, siendo por ello doblemente importante no desperdiciar fuerzas de manera tal que EEUU se debilite ante Rusia y haga que su pretensión imperial renazca, lo que implica que es fundamental no subestimar a Rusia, de la misma manera en que tampoco hay que sobreestimarla, ya que esto último implicaría desaprovechar una oportunidad, alentar su orgullo imperial y retrasar la democratización de Asia y por lo tanto del mundo.
Siempre en un marco de unidad y determinación, pero también de racionalidad y prudencia, que evite la suscitación de conflictos y altercados innecesarios, en particular con Rusia, las directrices y prioridades del mundo democrático durante las primeras décadas del siglo XXI creo que deben ser las siguientes: 1) China antes que Rusia. 2) Ucrania en la medida de lo posible. 3) El resto del cinturón interior del corazón continental (Asia Central), intentando crear especialmente una serie de Estados tapón entre Asia y África del Norte. Y 4) Por último, no desatender por completo la importancia del cinturón exterior del corazón continental, en especial de Brasil y África.

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